Crónicas de viaje.

Crónica VI : “ DE CUANDO CANTÉ PARA TODO EL PUEBLO DE ALIJILAN Y DE CÓMO ME ENCENDÍ DE ALEGRÍA”

                                                   "el arte y la vida están tejidos con el mismo ardor"
                                                                                                                                      D.


Son las 11 a.m. en Alijilán, el día está brillante y el cielo reluce bien nítido,  ausente de nubes, con un celeste azul intenso.
El fin de semana estuvimos todos los parientes juntos. Han venido los tíos y los primos de San Fernando del Valle, excepto el primo Luís, es por eso que las crónicas se atrasaron un poco, el bello encuentro se devoró todo el tiempo.
El viernes por la noche aprovechando tan hermoso reencuentro, decidimos ir a la peña del pueblo, una suerte de festival popular al aire libre en el Polideportivo Municipal de Alijilan. Un pequeño escenario con un sonido austero, rodeado de mesas y sillas blancas esperaba a cada uno de los cantores locales. Los Sánchez  ubicados a la izquierda del predio, en semicírculo, mirando hacia el frente del escenario albergaban la expectativa de que subiera a cantar. Por supuesto que fui preparada para la ocasión, sencilla, pero siempre con algún detalle en el vestuario, parte de mi ritual antes de subir a cantar.
El presentador de la peña se acercó hasta nosotros preguntando muy amablemente el nombre de la persona que iba a cantar y con entusiasmo, si era de Buenos Aires; aún en los pueblos pequeños del interior venir de la Capital del país genera expectativa y curiosidad.  Así fue, como a la media hora, el locutor del festival anunciaba para todo el pueblo, mi nombre. Una de las grandes expectativas era que una nieta de Don Sánchez, hombre recordado y querido por todos los allí presentes, cantaría para ellos.. Eso, en sí mismo, era un festejo y para mí una emoción difícil de explicar. En ese preciso instante comencé a mirar a mi alrededor, cada rincón  del predio, la gente, el escenario, el cielo estrellado e intenté con la mirada y todos mis sentidos alertas, estirar el tiempo, agrandar la conciencia. …
Lo que viví inmediatamente después, fue de una intensidad profunda e inolvidable. Estaba encendida de alegría. Todo mi pecho se colmó de flores y de pájaros…subir a cantarle al pueblo de mis abuelos bajo un cielo negro, plagado de estrellas, era la expresión más clara y el sentimiento más puro de que había regresado…

enero 2010

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