Crónicas de viaje VII
“DE CUANDO LA ABUELA LUISA FUE A COMPRAR PAN CASERO, DE CUÁNTO TARDÓ Y DE CÓMO SALÍ A BUSCARLA POR EL PUEBLO”
Ayer y hoy fueron días de lectura, música y ejercicios físicos. Bien tranquilo. La casa para la abuela y para mí. He terminado de leer “El hombre que fue jueves” e increíblemente o causalmente, en uno de los capítulos, en un diálogo entre los policíasque se descubrieron mutuamente, aparece el dios griego que nombré en una de las pistas que le dí a Palma…esas cosas.
Mientras leía el libro “Metáforas”, me entraron ganas de comer pan casero; me levanté de la cama, me puse las alpargatas y le dije a la abuela que iría a comprar pan. Sin que pudiera ni amagar a salir, ella me dijo: “voy yo,usted quédese”…,” yo voy, a mi me da mucho gusto darle los gustos”. y ahí nomás salió disparada.
Las despensas y almacenes quedan muy cerca de la casa, a 100 metros el primero y de ahí en más todos a dos cuadras a la redonda hasta donde yo conocía.
Con el transcurso de la lectura puse atención a la hora, había pasado un tiempo considerable y la abuela no volvía. Primero pensé que a esa hora, seis de la tarde, todo el pueblo sale comprar, pues baja un poco el calor y esperé. Pasó un rato largo y dije para mí “la voy a buscar”. Otra vez me puse las alpargatas, el sombrero y salí en buscade la abuela.
A los cincuenta metros de haber salido, entré al primer supermercado, "La Candela” de Juanito Coronel pariente por parte de la abuela Maga Agüero, preguntando por ella. Una changuita de unos12 años en bicicleta me señaló el camino que bordea la comisaría y el hospital yendo para el este. Me indicó que a la primera cuadra la había visto a doña Luisa doblar a la derecha. Hacia allí me dirigí. En el tramo que me dispuse a caminar, la changuita me alcanzó y me acompañó hasta la siguiente cuadra donde ella vivía y allí nos despedimos; antes le pregunté si conocía algún sitio donde vendieran pan casero para guiarme, pues podía pasar que la abuela haya ido en busca de pan o haya ido a caminar por ahí con algún otro destino Efectivamenteme dijo “sí, doña Ortiz, aquí a la vueltita nomás.”. Caminé hacia la esquina, doblé a la izquierda y a treinta metros sobre mi izquierda, a una señora sentada en la galería de su casa le pregunté “¿usted es doña Ortiz” ; “si”,me dijo. “¿no ha venido por aquí doñaLuisa?” le dije con un tono medio acatamarqueñado; “no, por aquí no”, me supo decir. Inmediatamente, un hombre que regaba la vereda a manguerazo lindo muy cerca de nosotras escuchó lo que conversábamos y me dijo “dobló por allá” señalando hacia la próxima esquina con su mano en dirección derecha. Así fue que seguí la marcha hasta la próxima esquina y girando nuevamente a la derecha, me topé con unos albañiles levantando una casa; me miraron reconociéndome “extranjera” y aproveché la ocasión para preguntarles si habían visto una persona mayor pasar por allí y uno de ellos inmediatamente me respondió:“noooo” (por estos lugares tanto los “no”como los “sí“ tienen otra medida, son un poquito mas largos y lentos en la parte de la vocal). Pues entonces continué. Justo en sentido contrario a mí, aunque en la misma dirección pregunté a una señora muy bien vestida y perfumada que venía caminando con su pequeña hija si había visto a doña Luisa, teniendo en cuenta que de haber sido enfermera del pueblo durante 36 años sabría de quien le estaría hablando y efectivamente me señaló hacia la esquina, en dirección izquierda, diciéndome: “ahí nomás está, sentada en la puerta”. Enseguida de haberme indicado pensé…”¿habrá venido hasta aquí a comprar pan casero o habrá venido perdida y se quedó conversando con algún vecino? Me inclinaba más por la primera idea, pues contrariamente a lo que piensa su hijo, si hay algo que la hace vivir y revivir permanentemente es estar en su pueblo, con su gente, con su casa, con su cocina, con sus plantas, con sus parras, rodeada de nietos, nietas y vecinos. Por ese motivo fue que me animé a dejarla ir a comprar pan sola. Me parecía la mejor manera de acompañarla y aunque temí en algún momento, inmediatamente supe que cualquiera que la encontrara por ahí la reconocería y la cuidaría en caso que perdiera momentáneamente la memoria y no supiera a qué había salido a la calle... Luego de pensar, llegué a la esquina, miré hacia la izquierda y rodeada de niños en una silla blanca la ví sentada, riendo como una niña en la entrada de una casa; hasta llegar allí deseaba fervientemente que no estuviera sólo en lo de un vecino, perdida. Caminé unos treinta metros sorteando un árbol que cubría mi vista hasta el lugar y mirando hacia la pared frontal de la casa, donde ella se encontraba sentada, leí, escrito con letra de molde, un tanto despareja en color negro y a mano: “SAN EXPEDITO” PAN CASERO, EMPANADILLAS, PAN DE ZAPALLO”.
Me puse feliz y me reí a carcajadas pues se había ido nomás a buscarme el pan casero a la loma del culo, no se había olvidado y estaba feliz de darme el gusto.
Volvimos, juntas del brazo, festejando de risa la vida.
Alijilan enero 2010
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