Útero, jardin sagrado
invisible.
No escuché tu voz,
no escuché el surco sonoro de tu manantial o
el eco del fondo de tu cántaro.
No percibí en detalle
el cuenco rosado de tu carnadura
no supe que tenías agua clara y cauce
para mi río salvaje…
lo supe en algún momento...
lo había olvidado,
Entonces, a partir de la hora del olvido
quiero llenarte de polen,
nutrirte de pan y de uvas
minar de frutos tu territorio carnal
y ofrendarte todos mis cantares..
después, quedarme a solas contigo
rebosante de fecundidad
de modo que tu luz pueda abrazarme,
y con la fuerza de un rayo,
lanzarme contra el color de un arco en el cielo, hecha un capullo
y florecer una y otra vez
en la caída
D.
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